viernes, 10 de diciembre de 2010

El efecto "Bar hamster". Cómo el pub más guay en realidad no lo es.



Local nuevo, promociones, copas baratas, música pasable y lleno total. Siempre mola la inauguración de un nuevo pub para para trasnochar de un modo distinto. Rollito rock, rollito indie, rollito hiphop. Ha nacido una nueva base en la ruta de tus noches. Todos contentos. Pasan dos meses y ya no quieres oir hablar del antro.

¿Qué ha pasado aquí? Resulta todo parte del archiconocido efecto gregario del "Bar hamster", al principio es una pasada y acaba siendo una asquerosa mierda, un sencillo proceso que se repite una y otra vez en nuestras zonas de marcha. Este tipo de bar tiene una serie de claras características: al principio te mola mazo, a todos le mola, pero no se sabe bien por qué; acudes masivamente al garito hasta el punto de darte la impresión de que llevas llendo alli toda la vida, los camareros te conocen y ya tienes pipeada a la gente; ahora es tu rutina, no hay noche que no pases por el bar; sin embargo, llega un momento en el que desaparece el encantamiento, te das cuanta de que el sitio, en realidad, no te gusta nada; la música es una mierda y la decoración te da asco, pero sigues llendo; el punto final que decide el fin del ciclo del local esta muy definido, se trata del momento en el que, misteriosamente, ¡desparecen todas las mujeres!, transformándose en chonis y en más nabos que en un huerto. El pub termina cerrando en poco tiempo desde su apertura, pero pronto se seuele instaurar otro bar hamster en el mismo local, volviendose a repetir todo el proceso.

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